¿Música o ruido? Ya es un clásico

Han pasado algunos años desde la primera vez que publiqué esta reflexión en otro blog que después incluí en mi libro Reset. Salida a despertar. No quería dejar de compartirla en este proyecto, pues a

Han pasado algunos años desde la primera vez que publiqué esta reflexión en otro blog que después incluí en mi libro Reset. Salida a despertar. No quería dejar de compartirla en este proyecto, pues a pesar de que lo que expone es de índole universal y quizás conocido para la mayoría de lectores, se ha convertido en una pieza de gran valor para mí porque lo que he expuesto aquí, sin duda lo he practicado en mi vida.

MÚSICA vs RUIDO

La vida es como un sonido, un tipo de música. Tú decides qué melodía dirige tu día a día, cual es la canción que se repite en tus hábitos diarios, qué estilo musical destaca en tus acciones, tus relaciones, tu comportamiento, es decir, cual es la canción que creas en cada momento.

Cualquier ser humano podría sentir que ha tenido la oportunidad de vivir situaciones que hayan puesto a prueba su capacidad para mantener la música que quisiera que predominara en su vida, que, a menudo, ha podido ser desafiada por el ruido.

Tomando el diccionario de referencia, define el concepto de “ruido” como un sonido desagradable para la audición, que puede enfermar al individuo, relacionándolo con la “contaminación acústica”. Las alusiones peyorativas hacia la palabra son múltiples, encontrándose en dichos como “mucho ruido y pocas nueces”, “quitarse de ruidos”, entre otras calificaciones poco positivas.

La música en cambio se define como un arte de organizar de manera sensible y con criterios armónicos, melódicos y rítmicos los sonidos y los silencios. En la creación de la música participan estados emocionales, psicológicos y por lo tanto, anímicos.

Los músicos profesionales valoran el conjunto de las notas por sus sonidos y sus silencios. Algunos de estos creativos, opinan que una de las características de un buen músico es cuando demuestra su dominio sobre el uso de los silencios. No es ningún secreto que en la vida diaria nos cuesta a veces incluir el silencio. Lamentablemente hemos solido vivir con ruido, no con música. Habitualmente ha sido una odisea pararnos a sentir y dejar de pensar. Solíamos culpar a las situaciones externas de esta situación, cuando en el fondo y en una gran mayoría de ocasiones, hemos sido nosotros quienes no nos lo hemos permitido.

¿A QUÉ LE DAMOS PODER, A LA MÚSICA O AL RUIDO?

De nuevo… EL PILOTO AUTOMÁTICO

El piloto automático desea dominar nuestras vidas; ser conscientes de esta trampa de la mente ayuda para aflorar la creatividad y trabajar desde ese punto incómodo en el que no queremos estar, pero que es el que nos permite crecer y evolucionar.

¿Por qué el ruido se cuela en nuestras vidas?

Prisas, estrés, rutinas, falta de tiempo… son las excusas que la mayoría de las personas ponemos a la hora de contestar a esta pregunta. Pero, si nos paramos un momento… (seguramente diremos que no tenemos tiempo…) Insistamos, aún así. Aunque sea difícil, el ejercicio trata de pararse a sentir. A menudo descubrimos que estamos cómodos siguiendo nuestras rutinas de prisas y estrés; quizás necesitamos tener contínuamente esa sensación de falta de tiempo… Y es que hay que acumular valor para parar y afrontar el reto de mirarse a uno mismo, analizar qué estamos haciendo con nuestra vida, qué es lo realmente importante. Puede que la respuesta nos asuste y simplemente por esto estamos evitando hacernos la pregunta. A lo mejor nos damos cuenta de que no le estamos dando importancia a lo más importante.

Motivos del ruido mental

Culpables, culpables y más culpables. Es increible cuando hacemos la prueba. Un ejemplo muy visual. Nos levantamos y nos damos un golpe con la pata de la cama y le echamos la culpa a esa dichosa pata por estar ahí. Seguramente si la cama estuviera bien diseñada no nos habríamos dado el golpe. Desayunamos, apenas tenemos tiempo porque nos hemos levantado tarde, pero es que si no estuviéramos tan cansados. Puede que la noche anterior nos fuimos tarde a dormir por tener que dejarlo todo preparado: la comida del día siguiente, la ropa, el trabajo, el cuidado de los niños… pero ¿quien nos exige tanto? Solemos pensar “todos”. La voz de nuestra conciencia nos lo pondrá en duda.

El caso es que, seguramente, estas situaciones vienen a enseñarnos algo. Cuando hemos construido nuestro entorno con una apariencia en la que cada vez es más difícil vivir con una melodía acorde a nuestro ser interno, la materia que quizás tenemos que superar tiene que ver con la gestión de las situaciones externas a nosotros, esas que ponen a prueba nuestros cimientos y los tambalean, pudiendo llegar a que nos cueste mucho silenciar el ruido o mantenerlo a raya.

El acomplejado ruido contínuamente se enfrenta con la música, celoso y frustrado por el potencial y la pasión que esta despierta. Por esto solemos comprobar cómo una persona que vive con ruido no soporta a la que desprende música.

La persona con ruido va aumentando su crispación si no está atenta a corregir esta conducta. Son aquellas que no soportan el silencio. Los entornos que propician la paz interna las ponen más nerviosas, quieren estar acompañadas en todo momento, no aprecian los momentos de soledad, ni están preparadas para escucharse.

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