Anclarse a la tierra Algunas personas pensaremos que la felicidad se consigue aceptando el lugar que nos ha tocado vivir, la posición que tenemos en el aquí y ahora; pero esto no debería desviar nuestra
Anclarse a la tierra
Algunas personas pensaremos que la felicidad se consigue aceptando el lugar que nos ha tocado vivir, la posición que tenemos en el aquí y ahora; pero esto no debería desviar nuestra atención hacia un exceso de conformismo. Lo que ciertos estudios clínicos han demostrado es que el sentimiento de pertenencia a un lugar, comunidad o clan nos alarga la vida. Somos seres sociales por naturaleza y la convivencia nos hizo evolucionar, entre otras cosas.
La creencia de que somos cocreadores de realidad ha llegado para quedarse. Si no nos gusta un entorno, lo podemos cambiar, modificando nuestra percepción.
Conseguir transformar esa impresión que a veces nos hace vivir con estados de ánimo desaconsejables para nuestra salud, se convierte en la más saludable opción. Un camino rápido, si deseamos cambiar nuestro entorno, puede comenzar con la voluntad de querer cambiar nosotros primero. Cuando alteramos la realidad que creemos que nos envuelve, como mínimo, nos permite ver las cosas desde otro punto de vista.
Alejarse de lo que nos dañe
Como si de un videojuego se tratara, esto también es parte de los retos de la vida: superar problemas o situaciones estresantes. Como seres humanos ponemos o esquivamos trampas en los escenarios por los que nos planteamos habitar, a menudo implicando a otros compañeros de vida. Estos objetivos o lecciones que nos hacen avanzar hacia otras realidades nos demuestran, a veces, cómo con el trauma o el dolor conseguimos algún aprendizaje. No siempre ha de ser así, pues este tema ha sido muy discutido, la creencia de que necesitamos el sufrimiento para avanzar en la vida tiene sus partidarios y sus detractores. Dependerá pués del proceso de cada uno.
Cuando vivimos ejemplos donde se nos presentan situaciones en las que tenemos la impresión de que detrás de una opinión existe una percepción incompleta de los hechos ocurridos, acabamos de ser conscientes de la limitación que se presenta en la mente cuando ponemos atención desde un único punto de vista. Se nos acaba de revelar con claridad esta falta de información. En este estado mental, solemos resolver que tal situación se ha convertido en una verdad a medias, siendo común que haya sido acompañada por una mejorable buena o mala intención.
Vivimos en una época en la que cada vez será más difícil recibir o dar algún consejo. Caminamos hacia un modelo en el que cada persona va a ser la mejor maestra de si misma. Esto se acepta con las excepciones oportunas en momentos en los que se considera lógico dejarse asistir por alguien o por un entorno. La prueba en este caso puede venir a declararnos otro movimiento de conciencia que suele movernos algún pilar para demostrarnos que quizás no se trata de sentir debilidad, sino de tomar actitudes más resilientes y un ejemplo puede ser cuando se acepta ayuda en momentos de fragilidad o incertidumbre. Es una prueba que denota la fortaleza de una persona. Además, aprender a dosificar la energía que depositamos en según qué situaciones y decidir mover nuestro esquema interno o alterar el ranking de nuestra escala de valores, son seguramente, algunos de los retos que nos pueden demostrar el arquetipo que estamos representando en cada momento.
Poner a raya los pensamientos, en especial, si son autodestructivos
La mente es tremendamente poderosa, así que estaría bien no dejarle el control de mandos de nuestra vida. Relajarse en esto puede ser peligroso.
Ser amable, también con uno mismo, y centrarse
Soñar, proyectar, y accionar, ese es el procedimiento que sigue la famosa ley de la atracción. Seguir estos pasos nos garantiza la materialización de los objetivos.
Ser humilde, ¿será verdad que estamos aquí para aprender?
Ese estado ideal de equilibrio ansiado por tantos sabios y buscadores espirituales ha tenido habitualmente como protagonista la humildad y la regulación del ego. Nos dijeron que la búsqueda nos haría más sabios que la creencia de haber llegado a alguna conclusión firme o al descubrimiento de algún conocimiento. Por este motivo, cuando nos topamos con alguien que cree saberlo todo, nos demuestra, en realidad, su enorme ignorancia.
EL DOLOR TRANSFORMA, EL SUFRIMIENTO DESTRUYE
Dicen algunos sabios que el dolor es necesario para la evolución personal o el aprendizaje vital. En lo que coinciden es en la ineficacia del sufrimiento, a pesar de haber tenido un papel protagonista en cualquier sociedad, independientemente de su época o situación geográfica.
Regular el miedo
Esto es muy común, a una persona bloqueada por sus miedos o inseguridades y que percibe el potencial de alguien más, le aterra la idea de que la otra crezca. La persona con ausencia de paz interna, no solo teme el brillo de las demás personas, sino que carece de valor suficiente para enfrentarse a lo que la limita. El peligro, en estos casos, es que su extrema competitividad le puede nublar tanto el juicio, que las reacciones perjudiciales que llega a ocasionar en su entorno a veces son realmente graves.
Algunos mecanismos para detectarlas pueden ser en los casos de personas que se obsesionan por ser líderes de grupo, atacando a quien consiga ser el centro de atención si apenas esforzarse. Esta situación suele ocasionar que pierdan los nervios con facilidad, haciendo crecer su ira, su odio, su envidia. Habitualmente ocurre en individuos que miran únicamente por su bien individual y les cuesta sentir empatía por los demás. Por este motivo, el triunfo de los otros, les hunde.
Autorespeto
Si podemos poner en orden todo lo anterior, y hemos conseguido llegar hasta aquí saltando algunos obstáculos, seguramente quiere decir que hemos pasado alguna prueba. El amor propio es esa parte que envuelve la cadena de circunstancias, pruebas o situaciones que se va forjando en nuestra personalidad y que no tiene forma, ni se ve. Ese poder de abstracción, le permite ejercer como uno de los poderes más fuertes que pueda poseer un ser humano.
El autorespeto, nos permite percibir el respeto de los demás hacia nosotros, amplificando su efecto y retroalimentando esta sensación que se mantiene cuando hemos conseguido valorarnos por lo que somos.
