¿Qué es la radiónica? La radiónica es una disciplina que utiliza la energía y las vibraciones para promover el equilibrio y la sanación. George de la Warr, ingeniero civil de profesión, fue una de las personas que realizó
¿Qué es la radiónica?
La radiónica es una disciplina que utiliza la energía y las vibraciones para promover el equilibrio y la sanación.
George de la Warr, ingeniero civil de profesión, fue una de las personas que realizó una definición que ha sido después de las más aceptadas.
La radiónica consiste en una rama especializada de la radiestesia utilizada para la consecución del balance en los patrones o esquemas de energía naturales, mediante el uso del pensamiento dirigido, utilizando aparatos sintonizados.
George de la Warr
Todas las formas de vida y materia se encuentran inmersas en un campo geomagnético.
La radiónica se popularización en el siglo XX, pero sus raíces se remontan a épocas anteriores con figuras como Paracelso y Mesmer, quienes sentaron las bases filosóficas y prácticas de lo que hoy conocemos como medicina energética.
La radiónica se asienta sobre la idea de que el cuerpo mental puede detectar el cuerpo energético de cualquier objeto, percibiendo su huella vibratoria como un patrón.
El principio de que toda imagen material tiene su contrapartida energética.
Toda forma de vida posee su frecuencia que es única y, a la vez de lo que se ve, existe una huella energética que se estructura en el campo geomagnético del que forma parte.
La mente y el sistema nervioso tienen la capacidad de detectar este patrón energético. En este proceso, la capacidad del individuo, su sensibilidad y entrenamiento será clave para determinar el resultado.
El texto médico más antiguo conocido hasta la actualidad es el famoso tratado “Libro de la Medicina Interna del Emperador Amarillo”, atribuido a Huang-Di y escrito alrededor del 2.000 A.C. En él aparece por primera vez en concepto de Chi y cómo las fuerzas opuestas en desequilibrio hacían que la enfermedad se manifestara. Las técnicas de acupuntura y moxibustión eran utilizadas para reequilibrar la energía vital. También se utilizaba la magnetita.
La lucha entre el vitalismo y el mecanicismo
De Tales de Mileto, padre de la filosofía occidental, a los defensores del mecanicismo
Tales de Mileto fue un gran observador de la naturaleza, descubridor del magnetismo y la electricidad estática, mediante el frotamiento de una piedra ámbar. Detectó que todos los seres vivos estaban animados por una fuerza vital
«El imán tiene alma puesto que atrae al hierro»
Tales de Mileto.
Hipócrates concebía la enfermedad no como la causante, sino como una condicionante que intervenía en la batalla contra los mecanismos de autocuración del cuerpo.
Paracelso (1493–1541), médico y alquimista suizo, fue un ferviente defensor del vitalismo. Concebía la idea de que una energía vital –llamada archaeus– gobernaba los procesos del cuerpo humano. Este concepto de fuerza vital se manifestaba en su creencia de que la curación debía tratar al cuerpo como una totalidad interconectada, más allá de la suma de sus partes. Paracelso atribuía propiedades curativas a la magnetita, que podía influir en el flujo de esta energía y restaurar el equilibrio natural.
Paracelso creía que la facultad de ver no proviene de ojo, la facultad de oír no proviene del oído, ni la de sentir, de los nervios. Es el espíritu del hombre el que ve a través de sus ojos, oye con su oído y siente por medio de sus nervios. Para él, la sabiduría, la razón y el pensamiento no están contenidos en el cerebro, pertenecen, en su lugar, al espíritu invisible y universal que siente a través del corazón y piensa por medio del cerebro.
Su enfoque holístico sentó precedentes para la radiónica moderna, ya que veía al cuerpo como un microcosmos que reflejaba los patrones del universo.
Sus postulados son esenciales para entender cómo la energía puede ser manipulada para la sanación y por qué sus ideas resuenan en las terapias alternativas actuales, que buscan la armonía entre cuerpo y mente.
La revolución de Mesmer
Franz Anton Mesmer (1734–1815), conocido por su teoría del «magnetismo animal», postuló que existía un fluido universal que conectaba y afectaba a todos los seres vivos. Sus tratamientos implicaban el uso de imanes y pases magnéticos, creando un vínculo entre el operador y el paciente para restablecer la circulación de esta energía. Aunque su práctica fue recibida con escepticismo y rechazo por la medicina ortodoxa, dejó un legado que inspiró la radiónica y el desarrollo de técnicas como la hipnosis.
La idea de Mesmer de que el cuerpo humano podía sanar al equilibrar su energía se alineaba con la creencia de que las dolencias eran producto de bloqueos energéticos. Esta teoría es una de las piedras angulares sobre las que se construyeron las futuras investigaciones en radiónica.
Transición a la radiónica moderna
Las ideas de Paracelso y Mesmer sentaron la base de la radiónica, que integró conceptos de la electricidad, el magnetismo y la energía vital en una disciplina que comenzó a desarrollarse formalmente en el siglo XX con Albert Abrams y otros pioneros. La radiónica sostiene que todo ser vivo tiene una frecuencia particular que puede ser sintonizada y tratada mediante instrumentos específicos.
Este avance abrió la puerta al uso de dispositivos que permitían a los operadores canalizar y dirigir las vibraciones energéticas para evaluar y tratar desequilibrios, un enfoque que sigue vigente en muchas prácticas contemporáneas de sanación alternativa.
Esto ya ocurre por ejemplo en la práctica de terapias como el reiki, que fue reconocida en 1995 por la OMS como terapia complementaria que mejora el estado de todo tipo de enfermedades. Si quieres saber más sobre este tema consulta el artículo Reiki | Energía universal para todos.
En la antigüedad ya se han descrito el funcionamiento de los centros energéticos como los chakras principales o el sistema de meridianos y nadis que actúan como un cuerpo energético integrado en el físico, tema que explicamos en La anatomía invisible del ser humano.