La aromaterapia

La aromaterapia, posibilidades y usos

Posibilidades y usos

La aromaterapia se ha usado desde tiempos inmemoriables como terapia vibracional y energética. Ya en el antiguo Egipto se encontraron escritos sobre el uso de plantas y cortezas de árboles con fines terapéuticos.

La eficacia terapéutica de la aromaterapia ha sido comprobada ampliamente durante los milenios de historia que se le conocen a los que se le atribuyen innumerables propiedades y beneficios para la salud física y espiritual. No es invasiva ni tiene efectos secundarios.

Ya en el neolítico se prensaban plantas. Empezó a ser una práctica habitual a partir del momento en el que el ser humano dejó de ser nómada.

Las plantas aromáticas se utilizaban en rituales, de las intenciones más comunes eran para contactar con deidades. Se creía que ayudaban a conectar a la persona con la naturaleza y esta expansión podría hacerle alcanzar una comunión con el universo. 

Fue en Egipto donde se encontraron las primeras clasificaciones de flores y hierbas. Utilizaban aceites y esencias balsámicas, Ungüentos de intensos perfumes o resinas diluidas en alcoholes, alguno de ellos era vino.

También en Egipto se utilizaban la esencia de incienso como homenajes al sol y la mirra para la Luna.

Los usos médicos de la mirra se aplicaban para aliviar inflamaciones. De las maderas de cedro extraían la esencia que les servia para momificar. También utilizaban el cilantro o la mirra.

La palabra Mesias viene del vocablo Mashiaj que significa Ungido. Esta acción consistía en frotar con aceites aromáticos el cuerpo para purificarlo.

Comercio de los aceites

Los sumerios y en Babilonia fue un importante mercado. También la medicina tradicional china ha utilizado este conocimiento ampliamente. En la Grecia clásica se utilizaban para el cuerpo, la ropa y los alimentos. 

Hipócrates estableció su Juramento hipocrático basado en la tradición curativa de Esculapio (en la mitología era hijo de Apolo, el diós de la salud, al que se le atribuyen más de trescientos templos con vasijas en las que se quemaban inciensos.

Se conocen infinidad de obras de aromaterapia. De los más relevantes, encontramos el de Teofrasto con su tratado “Relativo a los olores”. Teofrasto fue considerado el primer aromaterapeuta y era de Grecia.

Se cree que la palabra perfume es una referencia al humo del incienso, procedente del latín, perfumuns que significa “a través del humo”.

El primer aceite esencial que se obtuvo fue el de rosas durante el siglo X d.c., recuperando los árabes la cultura greco-latina. Fue Avicena, un estudioso de matemáticas, filosofía, astrología y medicina, quier perfeccionó la destilación.

Un siglo después se descubrió el agua de lavanda.

Una monja alemana, Hildegard von Bingen en su tratado sobre herboristería reunió información sobre las hierbas aromáticas incluida la lavanda. 

La aromaterapia fue clave para combatir epidemias como la peste negra. Se quemaban inciensos resinosos para la desinfección de los lugares, utilizando resinas de pino, ciprés y cedro en las calles y en las habitaciones de los enfermos, también en hospitales.  El aval era que los perfumistas no se contagiaban y estaban realizando los inciensos. Posteriormente se pudo demostrar científicamente esta acción antibacteriana de los aceites esenciales.

Paracelso, médico suizo

considerado padre de la toxicología, fue un médico polémico por los métodos de investigación que usó en su tiempo en los que vinculó el estudio de la aromaterapia.

Retrato de 1538.

A partir del siglo XVII, los científicos descubrieron la manera de aplicar los conocimientos químicos a la medicina. Los productos sintéticos reemplazaron a los naturales. La química era más rápida en los procesos de curación, aunque se seguían utilizando plantas como base de los medicamentos.

A principios del siglo XX vuelven a adquirir importancia las esencias por la labor del químico francés Rene M. Gottefosse, considerado el padre de la aromaterapia. Demostró que la piel puede absorber sustancias grasas que tienen una estructura molecular muy pequeña. Este es el caso de los aceites esenciales que pueden penetrar en la piel hasta un 14 por ciento de su composición.

En 1928 Rene M. Gottefosse tuvo un accidente en su laboratorio. Se quemó la mano. La sumergió en lavanda pura y su curación fue tan rápida que comenzó a estudiar los aceites esenciales y sus efectos en el sistema nervioso.

M. Godissart fundó una clínica aromaterapéutica en 1938 en Los Ángeles. Curaron gangrena, cáncer de piel y úlceras faciales.

Jean Valnet, médico francés y presidente de la Societe française de Phytotraphie, contribuyó a darle un lugar a la aromaterapia en los medios científicos. Durante la segunda guerra mundial pudo comprobar el enorme potencial de las plantas medicinales. En 1964 publicó Aromatherapia. Describía los casos en los que tenía éxito, testimonios de pacientes. La edición inglesa fue en 1982 con el título Practice of the Aromatherapy.

La primera clínica fundada en Londres fue gracias a Marguerite Maury, pionera de la aromaterapia holística. Se basaba en el masaje oriental, dirigiéndose primero a la cosmética y después a la terapia con aromas. Esta divulgación comenzó en Estados Unidos.

Las esencias una vez en el interior del cuerpo oxigenan las células, mejoran y fortalecen el sistema inmunológico, alivian dolores y malestares físicos, potenciando la recuperación psicológica para los traumas.

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